El Inmaculado Corazón de María es una devoción mariana católica que ganó un lugar destacado por medio de las apariciones de Fátima y encontró el reconocimiento definitivo por las revelaciones de Jesucristo hechas a la Beata Alejandrina de Balazar. Esta devoción consiste en la veneración del Corazón de la Santísima Virgen María, madre de Jesús.
Sin embargo, hay indicios y menciones devocionales al Corazón de la Santísima Virgen María, madre de Jesús en textos de diversos padres de la Iglesia, que son retomados en el siglo XVII, como consecuencia del movimiento espiritual que procedía de San Juan Eudes (1601-1680), misionero francés fundador de la Congregación de Jesús y María.
Consagración.
El 31 de octubre de 1942, cuando estaba en pleno auge la Segunda Guerra Mundial, el papa Pío XII, después de recibir una petición del padre Mariano Pinho, director espiritual de la beata Alejandrina de Balazar, de acuerdo con el mensaje recibido por ella de la parte de Jesucristo, consagró el mundo al Inmaculado Corazón de María.
Devoción.
En la tercera aparición, la Virgen de Fátima le dijo a Lucía:
Nuestro Señor quiere que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado. Si se hace lo que te digo se salvarán muchas almas y habrá paz; terminará la guerra. Quiero que se consagre el mundo a mi Corazón Inmaculado y que en reparación se comulgue el primer sábado de cada mes. Si se cumplen mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz. Al final triunfará mi Corazón Inmaculado y la humanidad disfrutará de una era de paz.
Fiesta.
San Juan Eudes fue quien promovió la celebración litúrgica del Inmaculado Corazón de María, los papas León XIII y Pío X dieron a este santo el nombre de padre, doctor y primer apóstol de la devoción, en especial al culto litúrgico de a los Sagrados Corazones de Jesús y María. Este santo consagró de manera particular a los religiosos de su congregación.
La fiesta del Corazón de María se celebró de manera pública y por primera vez en la historia el 8 de febrero de 1648 en la catedral de la ciudad de Autun, la misa y los oficios fueron compuestos por Juan Eudes y aprobados por el obispo diocesano. Varios obispos de Francia aprobaron los textos litúrgicos pero los jansenistas estaban en completo desacuerdo.
Para el año 1668, el día 2 de junio la fiesta y también los textos litúrgicos tuvieron la aprobación del cardenal legado para Francia, aunque al año siguiente se pidió a Roma la ratificación, pero la Congregación de Ritos dio una respuesta negativa.
En diferentes ocasiones se pidió a la Santa Sede la aprobación de la fiesta, una de ellas fue hecha con petición formal por el padre jesuita Gallifet en el 1726, esta causa fue tratada por Prospero Lambertini. La Congregación de Ritos llegó a responder por primera vez en 1727 con un non proposita, pues presentaba dificultades doctrinales. Luego de esta respuesta, Gallifet sin perder esperanzas vuelve a enviar la petición, pero para esta ocasión la respuesta fue oficialmente tajante y negativa, era el 30 de julio de 1729.
Siendo papa Pío IX, en 1855, la Congregación de Ritos aprobó para la celebración del Corazón de María nuevos textos para la misa y el oficio, utilizando algunas partes de los de san Juan Eudes. En 1914, con ocasión de la reforma del misal romano, la fiesta del Corazón de María fue trasladada del cuerpo del misal a un apéndice del mismo, entre las fiestas pro aliquibus locis.
Hubo muchas peticiones para que esta fiesta se extendiera a toda la Iglesia, en especial las peticiones de los Claretianos.
El 31 de octubre de 1942 y luego, de manera solemne, el 8 de diciembre en la Basílica de San Pedro, cumpliéndose el 25 aniversario de las apariciones de Fátima, Pío XII consagró la Iglesia y el género humano al Inmaculado Corazón de María.
El 4 de marzo de 1944, con el decreto Cultus liturgicus, el pontífice extendió a toda la Iglesia latina la fiesta litúrgica del Inmaculado Corazón de María.